20.4.05

Jodo, la vía del Jo




El Jodo es un Arte Marcial que involucra el uso de la Katana y su historia esta relacionada con los samuráis. Musashi, fue sin lugar a dudas el mejor esgrimista del Japón, nació en el periodo Tensho, en Miyamoto, provincia de Ohara. Su abuelo Hirata Sougen, descendía de la nobleza. Su padre estaba al servicio de la familia Shinmen, quienes controlaban el pueblo de Mimasaka desde el castillo que se encontraba en el monte Takeyama. Musashi sale de su pueblo debido a grandes diferencias con su padre, y toma el nombre de su pueblo (llamándose Miyamoto Musashi). Cuando Musashi tenía la edad de 13 años tuvo su primer duelo con Arima Kihei, a quien vence. Musashi peleó aproximadamente 60 duelos, y en ninguno perdió la vida, sin embargo, la historia nos dice que tuvo 2 duelos memorables, en el primero salió victorioso y en el siguiente perdió.
Estos duelos los tuvo con Muso Gonoysuke, donde en el primer duelo se enfrentaron en una pelea muy cerrada, que al final gana Musashi quién perdona la vida a Gonotsuke, quién se retira dolido en su honor, a vivir en las montañas y planeando su revancha. Gonotsuke, pasó varios años meditando en las montañas, hasta que alrededor de 1603, después de tener un extraño sueño, desarrollo un arma llamada Jo (bastón de madera de 130 centímetros de largo). Después de varias pruebas en duelos con otros contrincantes, buscó a Musashi, con el fin de enfrentarse una vez más. Despues de encontrarse, pelearon nuevamente, y con su nueva arma, anuló los ataques que Musashi pretendía hacer con su espada. En este combate a muerte, Muso Gonotsuke perdona la vida de Miyamoto Musashi. Esta es una de las tantas historias de duelos que existieron en la época. Quizás nunca sabremos como fue realmente, pero de lo que si estamos seguros es que el Jo fue creado para combatir contra una o dos espadas. Hoy en día, el Jodo, o vía del Jo, es practicando en forma de Katas, pero con la misma fuerza y realidad, las cuales son estudiadas una y otra vez, hasta lograr una técnica depurada.En estas katas un practicante utiliza el Jo y otro practicante utiliza el Bokken o Bokuto.

19.4.05

Historias Zen


Desterrando a un fantasma
La esposa de un hombre estaba muy enferma. En su lecho de muerte le dice, "¡Te amo demasiado!, no quiero dejarte, y no quiero que me traiciones. Promete que no verás otras mujeres cuando yo muera o volveré para rondarte. Durante varios meses después de su muerte el marido evitó a otras mujeres, pero conoció a alguien y se enamoró. En la noche que se comprometieron, el fantasma de su difunta esposa se le apareció. Ella lo acusó de no cumplir con la promesa, y volvió todas las noches para atormentarlo. El fantasma le recordaba todo lo que habían pasado él y su prometida ese día, hasta el punto de repetir, palabra por palabra, las conversaciones que habían tenido. Esto lo trastornó tanto que no pudo dormir nada.
Desesperado buscó el consejo de un maestro Zen que vivía cerca del pueblo. "Este fantasma es muy listo", dijo el maestro luego de oír la historia del hombre, "¡Lo es!", contestó el hombre. "Recuerda cada detalle de lo que dije e hice. ¡Sabe todo!" El maestro sonrió. "Deberías admirar a un fantasma así, pero yo te diré que hacer la próxima vez que aparezca." Esa noche el fantasma regresó. El hombre hizo exactamente lo que le había dicho el maestro. "Eres un fantasma muy sabio", dijo, "Sabes que no te puedo esconder nada. Si puedes responderme una pregunta, romperé el compromiso y permaneceré soltero por el resto de mi vida". "Haz la pregunta", contestó el fantasma. El hombre sacó un puñado de frijoles de una gran mochila que estaba en el piso, "Dime exactamente cuantos frijoles tengo en mi mano".
En ese momento el fantasma desapareció y no volvió nunca más.

El Maestro campana
Un nuevo estudiante se aproximó al maestro Zen y le preguntó como podía prepararse para su aprendizaje. "Piensa que soy una campana", explicó el maestro. "Dame un golpe suave y tendrás un pequeño sonido. Golpéame duro y recibirás un repique fuerte y resonante".
Libros
Había un reconocido filósofo y docente que se dedicó al estudio del Zen durante muchos años. El día que finalmente consiguió la iluminación tomó todos sus libros, los llevó al patio y los quemó.
Buda cristiano
Uno de los monjes del maestro Gasan visitó la universidad en Tokio. Cuando regresó, le preguntó al maestro si alguna vez había leído la Biblia cristiana. "No", respondió Gasan, "por favor léeme algo de ella". El monje abrió la Biblia en el Sermón del Monte de San Matías, y empezó a leer. Después de leer las palabras de Cristo sobre los lirios en el campo, se detuvo. El maestro Gasan permaneció en silencio durante un largo tiempo. "Sí", dijo finalmente, "quien haya pronunciado estas palabras es un ser iluminado. ¡Lo que acabas de leerme es la esencia de todo lo que he estado tratando de enseñarte aquí!"
Persiguiendo dos conejos
Un estudiante de artes marciales se aproximó el maestro con una pregunta. "Quisiera mejorar mi conocimiento de las artes marciales. Además de aprender contigo quisiera aprender con otro maestro para aprender otro estilo. ¿Que piensas de esta idea?" "El cazador que persigue dos conejos", respondió el maestro, "no atrapa ninguno".
Una situación tensa
Un día mientras caminaba a través de la selva un hombre se topó con un feroz tigre. Corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado. Desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedó colgando sobre el fatal precipicio. Mientras el estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero en al acantilado y empezaron a roer la parra. De pronto, vio un racimo de frutillas en la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!

Concentración
Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. "Ahí está", le dijo el viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!". Inmutable, el maestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme. Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro".

Destino
Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de duda. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, "Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos. El destino se revelará". Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba. Era cara. Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general, "Nadie puede cambiar el destino"."Es verdad", contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.

Soñando
El gran maestro Taoísta Chuang Tzu soñó una vez que era una mariposa revoloteando aquí y allá. En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa. De pronto, se despertó y se encontró ahí acostado, una persona otra vez. Pero entonces pensó para sí mismo, "¿Era antes un hombre que soñaba ser una mariposa, o soy ahora una mariposa que sueña ser un hombre?".

Egoísmo
El Primer Ministro de la Dinastía Tang fue un héroe nacional por su éxito como estadista y como líder militar. Pero a pesar de su fama, poder, y salud, se consideraba un humilde y devoto Budista. A veces visitaba a su maestro Zen favorito para estudiar con él, y parecía que se llevaban bien. El hecho de ser primer ministro parecía no afectar su relación, que parecía ser la de un venerado profesor y un respetuoso alumno. Un día, durante su visita usual, el Primer Ministro le preguntó al maestro, "¿Su Reverencia, qué es el egoísmo de acuerdo al Budismo?" La cara del maestro se volvió roja, y con una voz condescendiente e insultante, le respondió, "¿qué clase de pregunta estúpida es esa?" Esta respuesta inesperada impactó tanto al Primer Ministro que se quedó callado y furioso. El maestro Zen sonrió y dijo, "ESTO, Su Excelencia, es egoísmo".

11.4.05

--El camino del guerrero --


En la doctrina de las artes. marciales, la práctica del bujutsu (es decir, las diversas armas, técnicas, estrategias, control interior y poder) casi nunca se considera como el único o ni siquiera como el principal aspecto de esas artes. De hecho, apenas hay un solo texto, de naturaleza general o que se ocupe estrictamente de la instrucción técnica (desde tiempos pasados hasta el día presente), que defina estas artes como métodos de combate puramente prácticos y utilitarios usados en el ataque, contraataque y defensa para someter al oponente. Casi todos sin excepción, los maestros de artes marciales de mayor reputación que han escrito o enseñado sus especializaciones han afirmado que el bujutsu fue (y todavía se considera que es) algo más que una simple variedad de métodos de combate prácticos y efectivos. Indican que estas artes son «medios» o disciplinas de desarrollo moral ideados para profundizar la formación de una personalidad madura, equilibrada e integrada de un hombre en paz consigo mismo y en armonía con su ambiente social y natural.
Se refieren, por tanto, a un sistema ético, de moralidad, que motiva e inspira la práctica (jutsu) desde dentro y la lleva hacia el logro de objetivos finales y remotos sitos mucho más allá de los inmediatos y estrechos confines del mundo del combate entre hombres. Este sistema suele llamarse, en la doctrina del bujutsu, budo, un término formado por la combinación del ideograma bu (que, como hemos visto antes, denota la dimensión militar de la cultura japonesa) con el ideograma do, que está más específicamente vinculado con el dominio espiritual. Do, de hecho, en general se traduce como «camino» (es decir, el camino de ver, de entender y de motivar comportamiento en el sentido filosófico o religioso) o como «doctrina» (es decir, los principios enseñados y aceptados por un cuerpo de partidarios de una filosofía, una secta religiosa o una escuela). Como tal, do denota creencia más que técnica, percepción más que ejecución, motivación más que acción de sus instrumentos particulares.
El Budo, por consiguiente, se identifica a sí mismo con las últimas motivaciones (generalmente de naturaleza ética) que debían regular la conducta del guerrero japonés (bu-shi), o del hombre japonés luchador en general (bu-jín). El Budo está relacionado, por tanto, con la ética de la clase militar japonesa, así como con las disciplinas que dicha clase adoptó y que aseguraba seguir, en un esfuerzo por cumplir ciertos dictados morales e integrar a cada guerrero en el sistema como un individuo estable, maduro y fiable.
El problema con el que nos enfrentaremos en este contexto (si verdadera- mente deseamos explorar esta dimensión en profundidad) será doble: primero, determinar con mayor precisión el contenido de este sistema de ética adoptado por los bushi del Japón feudal, y segundo, averiguar si de verdad lograron vivir de acuerdo con sus normas -con independencia de cuáles hayan sido dichas normas. En resumen, deberemos intentar descubrir si su Budo era realmente de la calidad ética más alta y si su bujutsu realmente les ayudó a cumplir las elevadas exigencias éticas del budo. Este problema, naturalmente, no se presentaría si por un sistema de ética en budo entendiéramos meramente un código de honor muy especializado y una conducta típica de la clase militar basada en conceptos particulares y muy exclusivos de obediencia, lealtad, respeto y predominio que no son aplicables a escala universal a todos los seres humanos, con independencia de su estatus social, sino. únicamente a los legítimos miembros del buke. En este contexto, que es claro y específico, el bujutsu parece haber servido bien a la clase militar, puesto que les ayudó a llevar a cabo vigorosamente el particular código ético que -a partir del siglo XVI- recibió el nombre de shido o bushido.
El concepto de lealtad absoluta al superior directo; el concomitante concepto de incuestionable obediencia; la exigencia de que el samurai sea frugal y espartano en su vida cotidiana y rigurosamente insensible tanto al dolor como al miedo a morir; el deber de respetar a los guerreros de otros clanes y de tratarlos según reglas minuciosas de etiqueta que regulaban la existencia y función de todos dentro del orden social de los buke, etcétera, se trataba todo ello de normas aplicadas verticalmente y reconocidas como válidas u obligatorias tan sólo por los bushi, en y respecto a sus superiores directos únicamente. Las otras clases del Japón feudal, y por consiguiente la mayor parte de la población japonesa de dicha época, no estaban tan rigurosamente sometidos a los dictados del bushido. A fin de cuentas, hay que tener presente que, incluso dentro de los buke, sólo se asignaba una importancia socia! menor a los samurai de bajo rango, quienes, como sirvientes, estaban considerados más como instrumentos del poder por sus privilegiados señores que como sujetos de un código basado en una categoría igualitaria para todos sus miembros. Lo que sin embargo daba a todos los sirvientes una cierta superioridad socia! era la actitud de absoluta subordinación a los miembros de la clase militar que la gente de todas las clases era obligada o condicionada a adoptar.
Si la moralidad se entiende en un sentido estrecho y especializado (es decir, como un sistema ético inspirado por el predominio político y militar de los buke ), entonces no hay duda de que el bushido era un código excelente y apropiado. Pero este criterio no es aplicable de la misma manera cuando la doctrina del bujutsu intenta vincular la ética del guerrero con los valores de la calidad más elevada, válidos a escala universal para todos, en todas partes y en todas las épocas. Significativas referencias contenidas en la doctrina, de hecho, aunque confusas y complejas, parecen estar orientadas hacia los valores morales propuestos por las doctrinas supremas del Asia continental, tales como el socialmente inclinado confucianismo, el metafísico y muy humanitario budismo, el sereno y cósmicamente generoso taoísmo, y otras. El contenido moral de estas doctrinas (independientemente de las innumerables interpretaciones y distorsiones a las que se les ha sometido durante la atribulada historia de la humanidad) parece inspirado predominantemente por un soberano respeto por la vida humana en general (no sólo de la del maestro), por un sublime reconocimiento de la identidad básica de todos los miembros de esta vida. Curiosamente, los mismos privilegiados señores del Japón feudal, en aquellos raros casos en que llegaban a comprender las verdades esenciales de esas doctrinas, a menudo renunciaban a sus elevadas posiciones ya sus armas y adoptaban la severa sencillez del hombre santo, entrando a menudo en monasterios o sumergiéndose en el corazón de zonas deshabitadas.
Parece bastante obvio que, en genera!, el «camino» del guerrero en el Japón feudal no abarcaba este aspecto tan universal de las principales doctrinas asiáticas. En realidad, no es razonable suponer que la sociedad japonesa en conjunto fuera capaz de adoptar y aplicar un punto de vista tan elevado y civilizado, en mayor medida que el hombre occidental, en conjunto también, haya podido vivir de acuerdo con los dictados de las doctrinas de inspiración más elevada. En este sentido, siempre que la doctrina del bujutsu intenta proclamar las elevadas creencias de las doctrinas orientales de iluminación como las motivaciones inspiradoras subyacentes en la práctica de las artes marciales, debe tenerse en cuenta que proclamar la adhesión a esos valores en teoría y vivir según ellos en la práctica (como la historia de los hombres demuestra ampliamente) son dos cosas completamente distintas. Para señalar con mayor detalle las principales áreas de conflicto que hicieron históricamente difícil, si no imposible, para el confucianismo, el budismo y el taoísmo mezclarse con éxito e influir en la realidad japonesa de los tiempos feudales (es decir, alterando sustancialmente su carácter distintivo), basta con mencionar el agudo contraste entre el carácter universal de esas doctrinas (tal como se pretendía que fuera originalmente) y la naturaleza de clan, particularista y necesariamente sectaria de la cultura japonesa en el Japón feudal con su concepto central de una jerarquía vertical que debía imponerse y mantenerse para traducir el carácter universal de ciertas doctrinas esencialmente igualitarias y no violentas de desarrollo espiritual (tal como las encontradas en las enseñanzas de Jesucristo, por ejemplo) en expresiones sociales y políticas concretas. La mayoría de las veces, estas expresiones han sido interpretadas de un modo garantizado que refuerzan las estructuras sociales que, en lenguaje moderno, definiríamos como el «sistema» ( de orientación generalmente militar). Sólo lenta y penosamente ha pasado el mensaje central de estas doctrinas de la dimensión religiosa ( «todos los hombres son por igual hijos de Dios» ) a la esfera social y política ( «todos los hombres son iguales ante la ley» ), filtrándose en la sociedad occidental bajo la forma de conceptos filosóficos cuya germinación a varios niveles de la cultura occidental ha precipitado gran parte de los conflictos y cataclismos que marcan su historia.
En Japón, sin embargo, debido, quizás al menos en parte a la posición aislada de ese país frente a la costa continental de Asia, el contraste entre el carácter universal e igualitario de las doctrinas supremas de iluminación y la concepción japonesa de la sociedad humana, de sus estructuras y de su destino último parece haber estado más acusadamente delineado que en Occidente, y aparentemente de forma irreversible sin ciertas modificaciones poderosas y de largo alcance.
Las doctrinas de gobierno político que habían evolucionado en China, por ejemplo, fueron profundamente examinadas, laboriosamente digeridas y apropiadamente adaptadas a la concepción japonesa de una sociedad deseable. Este proceso de adaptación se aplicó principalmente al confucianismo, que era esencialmente una doctrina de gobierno político y social, equiparando el buen gobierno con la moralidad. Los japoneses, sin embargo, parecen haberse aproximado solamente al primer nivel de la doctrina (la burocrática), sin sondear por debajo de la superficie para descubrir exactamente qué es lo que había justificado sus distintas funciones a los ojos de los eruditos japoneses. En China: El «funcionario erudito», el tipo ideal de este sistema, alcanzaba su posición a través de exámenes competitivos, sin prestar atención a su origen social. Éste fue el sistema burocrático que adoptaron los japone- ses en el siglo VII. Pero es sumamente instructivo observar cómo lo alteraron de acuerdo con la genialidad de su propio sistema de aristocracia hereditaria. Adoptaron las formas del sistema burocrático chino, pero en lugar de unas oposiciones abiertas mediante exámenes justos para valorar el talento y el mérito, tal como se hacía en China, asignaban los cargos a grupos hereditarios. Así, aunque los japoneses usaban los títulos del sistema chino, eran en realidad poseedores de títulos hereditarios, no funcionarios.
En consecuencia, también alteraron sustancialmente ese canon del confucianismo que sometía a todo el mundo (aunque sólo fuera en teoría) al concepto de justicia y bondad social. De hecho: De la misma manera, el confucianismo chino que convirtió a la obediencia absoluta al emperador en contingente sobre su virtud, de modo que la deposición de un emperador era bastante concebible y consistente con la moralidad, fue transformado en Japón y en Corea en el apuntalamiento del sistema de aristocracia hereditaria. Para los japoneses, la posición del emperador se basaba en su nacimiento, no era contingente sobre su virtud.
Más afectadas todavía por este proceso de adaptación fueron las más complejas, abstrusas y sutilmente metafísicas doctrinas del budismo y el taoísmo, cuyo mensaje ético está tan profundamente arraigado en sus escritos poéticos. En sus formas originales, estas dos doctrinas parecen haber sido inspiradas por una intrínseca creencia en la perfectibilidad de la naturaleza humana. En Japón, fueron desprovistas de sus cánones esenciales y simplificadas hasta tal punto que finalmente se convirtieron en poco más que formas expresivas de un ascetismo cuidadosamente ritualizado y externalizado.
Una notable característica de la cultura japonesa tras el período Heian, en efecto, parece haber sido este general y omnipresente énfasis en lo pragmático y utilitario más que en lo escolástico y abstracto. Investigadores japoneses, como Okakura, han llegado a convencerse de que «los ideales en sus lugares de origen dejaron de ser ideales en las islas de nuestra patria», quizá porque, tal como dijo Okakura a sus compatriotas, «Creo que somos gente del presente y de lo tangible, de la amplia luz del día y de lo claramente visible. La innegable proclividad de nuestra mente (está) a favor de la determinación y de la acción, en oposición a la deliberación y la calma» (Okakura[l], 104). Es interesente señalar que, como si quisiera confirmar la opinión de otro gran investigador japonés, Nakamura, que halló un profundamente enraizado «antiintelectualismo» en la cultura del Japón, Okakura usaba el término «contras- tado» en lugar del semánticamente más suave «comparado», para expresar no tanto la relación entre dos tipos distintos de cultura como sus naturalezas irreconciliables. Los japoneses, en efecto, no lograron comprender ni desarrollar «todas las implicaciones del pensamiento indio y chino» , y esta deficiencia, según la estimación de Suzuki, ayuda a explicar por qué, en general, «el genio japonés...no logró afianzarse en el plano intelectual y racionalista» .
En cuanto al shinto en sí mismo, parece haber un acuerdo general entre los eruditos que investigaron este antiguo culto en cuanto a que no contiene un código moral en el sentido de normas de razonamiento y evaluación interiores usadas para determinar la conducta externa. En este contexto, es sorprendente pero también extremadamente esclarecedor vincular la opinión de «uno de los líderes de los modernos predicadores del sintoísmo puro», Motoori Norinaga (1730-1801), cuyos puntos de vista manifestados nos dan una indicación de la diferencia entre la idea japonesa de moralidad y el concepto occidental de moralidad como un conjunto de normas universales separadas, ya veces incluso antagonistas, de las normas políticas y sociales particulares. Según este caballero, «la moralidad fue inventada por los chinos puesto que eran un pueblo inmoral, pero en Japón no había necesidad de ningún sistema moral, puesto que todos los japoneses actuaban rectamente bastándoles con consultar su propio corazón» . y exactamente, ¿qué es lo que encontraban los japoneses en cuestión al buscar en su corazón? Motoori explicaba que «el deber de un buen japonés consistía en obedecer las órdenes del Mikado, sin preguntarse si dichas órdenes eran buenas o malas. Sólo la gente inmoral corno los chinos presumían de discutir el carácter de sus soberanos» (Satow, 135). No debe sorprendemos, por tanto, que a los ojos de Satow y de otros muchos eruditos que analizaron el sintoísmo feudal esta religión se convirtiera «en nada más que un instrumento para reducir al pueblo a una condición de esclavitud mental».
Tras su etapa militante (descrita en la parte I), durante la cual las ideas políticas expresaron la tendencia teocrática prevalente en la cultura, el budismo degeneró en el cultivo de formas estéticas por miembros de las clases dirigentes y en las supersticiones animistas en las que todos se complacían. Con la elevación del clan Tokugawa, la función de las escuelas y de los templos budistas (una vez hubieron dejado de guerrear entre ellos) fue la de asegurar su posición y prosperidad cooperando con los señores feudales en su mantenimiento del orden social feudal. De acuerdo con más de un investigador, la influencia del budismo ha sido con (los japoneses) más estética que ética. El feudalismo japonés convirtió la doctrina budista de la renunciación en el estoicismo del guerrero. El samurai japonés renunció a los deseos, no para poder entrar en el nirvana, sino para poder adquirir el desprecio por la vida que le convertiría en un guerrero perfecto.
Considerando al bujutsu, por tanto, como el «cómo» funcional y estratégico del combate, mientras el budo estaría relacionado más exactamente con el último y más humano «por qué» ( es decir, con las razones para enzarzarse en un combate), vemos que sólo en muy pocas ocasiones tuvieron éxito ciertos maestros de bujutsu en armonizar su jutsu con el do más alto o con el imperativo ético hasta el punto de cambiar o transformar sustancialmente las antiguas técnicas de artes marciales selectas (apartándolas así de la especializada y estrecha dimensión de la experiencia militar y transmutándolas en disciplinas de iluminación y de logro social y espiritual). Estos raros casos de éxito, sin embargo, no justifican la suposición de que ésta era la norma o que, desde un punto de vista histórico, eljutsu (o técnica) era lo mismo o idéntico que el do de exaltado propósito ético. Tampoco debe suponerse que el guerrero del Japón feudal fuera el prototipo del hombre «bueno» solamente por el hecho de que practicase el bujutsu. De hecho, si era un bushi, su do podía haber sido (como generalmente parece que fue) un particular y totalitario sistema de ética que difícilmente era más merecedor del calificativo de «moralmente superior» que cualquier otro sistema totalitario y despótico allí donde se aplicase. O, si era un bujín, perteneciente a cualquiera de las otras clases, su do simplemente pudo haber sido un medio utilitario de alcanzar ciertos resultados prácticos por la fuerza. En cualquier caso, cuando hablamos de un do universal (es decir, de un sistema de ética influido por los conceptos originales del budismo, taoísmo, confucianismo y otros, en una escala veradaderamente universal y humanitaria que sólo merece el calificativo de «moral- mente excelente y superior» ), consideramos acertado mantener ese do separa- do del bujutsu en la doctrina, tal como estuvieron separados en sus aplicaciones históricas. De otro modo, nos enfrentaríamos en cada momento con el confuso dilema que todavía aflige hoy en gran medida a la doctrina del bujutsu: es decir, las contradicciones entre la técnica (jutsu) y su motivación última ( do ), fácilmente observables en la mayoría de artes marciales del pasado e incluso en muchas disciplinas derivadas de ellas, tal como se enseñan y practican actualmente en todo el mundo

Kyudo, la vía del arco


El Kyudo, la vía del arco o la expiración, es el más antiguo de las Artes Marciales Japonesas. El Arco se ha utilizado en Japón desde épocas prehistóricas. Del cuarto al noveno siglo, los contactos del cierre entre China y Japón tenían una gran influencia en tiro al arco japonés, especialmente la creencia de Confucio que con el tiro al arco de una persona, sus caracteres verdaderos podrían ser determinados. Los centenares excesivos de tiro al arco de los años fueron influenciados por el budismo Zen y Shinto junto con los requisitos prácticos de varios guerreros. Los nobles de la corte se concentraron en el tiro al arco ceremonial (Ogasaubra-Ryu), mientras que la clase del guerrero acentuó el Kyujutsu, la técnica marcial de usar el arco en la guerra real. Con la introducción de las armas de fuego, el arco como arma, fue descuidado hasta tal punto que casi desaparece, pero Honda Toshizane, instructor del Kyudo en la Universidad Imperial de Tokio, combinó elementos del estilo del guerrero y del estilo ceremonial de la corte, creando un estilo híbrido que finalmente se conocía como Honda Ryu (escuela marcial de Honda). Este estilo encontró gran aceptación del público en general mientras que el Kyujutsu fue prohibido durante la ocupación americana. El Kyudo se práctico extensamente y la Federación de Zen Nihon Kyudo fue establecida en 1953, publicando el libro de textos estándar del Kyudo llamado Kyohon y supervisando el desarrollo del Kyudo en Japón y demás países hasta el presente.
El Do del KyuKyudo es un arte espiritual. Aprendiéndolo usted debe aprender de sí mismo. A medida que la técnica mejora, su alma debe mejorarse. Este es el propósito principal del Kyudo moderno. Quienquiera que ve una demostración de Kyudo por primera vez entiende enseguida que no es un deporte. No es el Arte Marcial para obtener grados o filas negras un " cinturón". En Kyudo usted no intenta dañar el blanco. " Es una cuestión de precisión y disciplina: La relación que usted tiene con el arco, la flecha, su cuerpo, y su mente. Kyudo es como zazen, pero es meditación de pie. Cuando usted esta lanzando una flecha, usted puede ver la reflexión de su mente, como en un espejo, el blanco es el espejo. Cuando usted lanza, usted corta el ego. Usted puede ver su propia mente ".
Kanjuro Shibata
El Arquero
El arquero de kyudo busca la verdad. Esta es su característica principal. Los rasgos secundarios de un buen arquero son: sinceridad, valor, paciencia y vigilancia. Si un principiante no busca la verdad, entonces el no estudia Kyudo. Si un principiante busca la verdad y carece de una de las otras características, aún puede buscar ganar.
El ArcoLa longitud del arco varía con la altura del arquero y la longitud de sus brazos. Cuanto más alto es el arquero y más largo sus brazos, más grande es el arco requerido para él. Lo mismo dependerá en su peso y el fortalecimiento de sus muñecas. Si sus muñecas son débiles, un arco de 13,5 Kg. estaría bien, pero los hay de 18Kg. y hasta de 42 Kg. Los maestros aconsejan que no sea ni demasiado pesado, ni demasiado ligero. Convertirse en un arquero verdadero depende del conocimiento total de usted y su arco (puntos de presión, limpieza, etc.).
Los arcos usados en el kyudo son los más grandes del mundo y son los únicos que realmente describen un circulo al usarlos.

7.4.05

“EL CAMINO SE HACE AL ANDAR”


“EL CAMINO SE HACE AL ANDAR”


En esta frase se resume de alguna manera, una visión personal sobre el trabajo dentro del arte del Aikido.

Defino el Aikido como un arte, ya que Arte no es solo aquello que podemos tocar, ver, escuchar. Arte es también sentir lo intangible, tocar lo invisible. Arte es conjugar la palabra armonía entre tú y el universo.

Muchos son los intereses de carácter personal que nos mueven a unos y a otros a practicar Aikido, estos que surgen de la propia individualidad, no constituyen las metas de este arte. Son simplemente nuestras líneas de conexión con este arte marcial.

El arte en si mismo, tiene su génesis y en ella está su razón de ser. De alguna manera debemos percibirla, cada persona a su modo, si no lo hacemos, practicaremos sobre la base de nuestros “deseos personales”, pero nos encontraremos lejos de de la tradición del Aikido, un autentico Budo.

El entrenamiento, supone ejercitarse y prepararse para algo, el intentar llegar a una vía de perfección, para que sirva de educación a nuestro cuerpo y nuestra mente.

Las esencias que se “respiran” en la práctica del Aikido, son la debilidad y la fuerza, en sutil equilibrio. Porque el arte también se respira, y por eso la vida del aikidoka practicante trasciende el contenido puramente deportivo y físico hasta la forma más cotidiana de entender el mundo, tanto en la relación con uno mismo y con los demás.

Pero el Aikido es algo más que no se observa en el exterior y que sólo un alma noble – a la que todo aikidoka debe aspirar – es capaz de intuir en este arte marcial:

AIKIDO
no es arrogancia
ES HUMILDAD
AIKIDO
no es orgullo
ES RESPETO
AIKIDO
no es tensión
ES RELAJACION
AIKIDO
no es fuerza
ES TECNICA
AIKIDO
no es tener
ES DAR
AIKIDO
no es saber
ES APRENDER
AIKIDO
no es resistencia
ES ADAPTACION
AIKIDO
no es improvisación
ES PRACTICA
AIKIDO
no es dureza
ES FLEXIBILIDAD
AIKIDO
no es competir
ES COMPARTIR
AIKIDO
no es vencer
ES NO SER DERROTADO
AIKIDO
no es atadura
ES LIBERTAD
AIKIDO
no es el vacío
ES LA PLENITUD



El aikidoka busca en la práctica diaria de este arte marcial el modo de hacer fluir libremente la energía que desde el interior y exterior batallan por igual en busca de un vencedor. Pero el Aikido no busca la victoria.- “El Aikido es por encima de todo “ AMOR “. - Es espíritu que desea ser uno con el universo.
Palabras que O´Sensei dejó grabadas en las líneas torcidas de mi frágil memoria para que el tiempo no borre la esencia que debe guiar nuestra práctica en mente y cuerpo.

El aikido también busca equilibrar los contrarios de nuestra naturaleza y armonizar los opuestos, los extremos. Busca dar respuesta a las preguntas que en el silencio dormido de nuestro cerebro laten con el temor de encontrar la respuesta.

Pero, el enigma es tan simple de resolver que la respuesta es: uno mismo.-

El camino, el medio, la vía para encontrarse es el AIKIDO.

6.4.05

Budo, La Noble Lucha del Guerrero




Budo es la v�a del guerrero; involucra todas las artes marciales japonesas. Realiza exploraci�n a trav�s de la experiencia directa y profunda, la relaci�n entre �tica, religi�n y filosof�a. Su asociaci�n con los deportes es un desarrollo muy reciente; las escrituras antiguas se conciernen esencialmente con una forma particular de cultivo de la mente y una reflexi�n sobre la naturaleza de uno mismo �Qui�n soy yo?, �Qu� soy yo?
En japon�s significa la v�a, �c�mo se puede seguir esta v�a?,�C�mo encontrarla? NO es solo aprender una t�cnica, menos a�n es una competencia deportiva. Budo incluye artes tales como Kendo, Iaido, Jodo y Kyudo (tiro con arco); aunque el ideograma signifique parar la confrontaci�n. En Budo la idea no es el competir, sino encontrar paz y maestr�a de s� mismo. La v�a es el m�todo, la ense�anza que te permite comprender perfectamente la naturaleza de tu propia mente y a ti mismo. Es la v�a del Buddha, batsudo, que te lleva a descubrir tu propia naturaleza, despertar del entumecimiento del ego durmiente (el peque�o yo, el "yo" limitado) y de esa manera acceder a una personalidad mayor m�s completa. En Asia esta v�a se ha transformado en la moralidad suprema y en la esencia de todas las religiones y filosof�as. El yin y el yang del I ching, " la existencia es nada" de Lao Tse, tienen sus ra�ces en ella
�Qu� significa esto?, �Qu� puedes olvidarte del cuerpo y mente; obtener un esp�ritu absoluto sin ego? Armonizar, unir el cielo y la tierra. La mente interior deja las emociones y los pensamientos pasar; esta completamente libre del ambiente, el ego�smo desaparece . Esta es la fuente de las filosof�as y religiones de Asia. Cuerpo y Mente, lo interno y lo externo, fen�menos y sustancia, estos pares no son ni dualistas, ni opuestos sino que forman un todo no separado.
Cambio, cualquier cambio, influencia toda otra acci�n, toda la relaci�n entre todas las existencias; la satisfacci�n o insatisfacci�n de una persona influye sobre toda otra persona; nuestros movimientos y los de otros son interdependientes. "Tu felicidad debe ser mi felicidad y si t� lloras, yo lloro contigo. Cuando est�s triste, yo debo entristecerme y cuando t� est�s feliz, yo debo estarlo tambi�n". Todo en el universo est� conectado, todo es osmosis. No se puede separar una parte del resto: la interdependencia reina el orden c�smico. A trav�s de cinco mil a�os de la historia de Oriente, los sabios y fil�sofos han fijado sus atenciones en este esp�ritu, esta v�a, y la han transmitido. El shin Jin Mei es un libro muy antiguo originalmente chino, en una parte dice, shi dobu nan - la v�a, la v�a mas alta, no es dif�cil, pero no debes tomar decisiones. No debes tener ni afecto ni desagrado. El San do lai (o interpretaci�n de la esencia y fen�menos) dice similarmente. "Si valoras una sola ilusi�n, llega la separaci�n, como entre la monta�a y el r�o". Una de todas las cosas que significa Zen es el esfuerzo de practicar meditaci�n zazen. Es un esfuerzo en alcanzar el plano de pensamientos sin discriminaci�n conciencia m�s all� de toda categor�a, abrazando y trascendiendo toda expresi�n posible del leguaje. Esta dimensi�n puede ser lograda a trav�s de la pr�ctica de zazen y de Budo.
Por T. Deshimaru
Bushido
Este t�rmino se refiere al principal c�digo moral que se desarroll� entre la clase samurai (militar) de Jap�n sobre la base de la tradici�n nacional. La primera vez que se emple� este termino, aparentemente ocurri� durante el per�odo de la Guerra civil del siglo XVI, variando su contenido preciso hist�ricamente a medida que evolucionaban las reglas samurai. Lo que se mantuvo invariable fue su esp�ritu marcial que inclu�a el cultivo de habilidades atl�ticas y militares, as� como el enfrentamiento sin miedo del enemigo en la batalla. La vida frugal, la humanidad y la honestidad fueron tambi�n considerados de gran importancia. Al igual que el confucionismo, el Bushido requer�a del amor filial; pero originado en el sistema feudal, esto implicaba adem�s que el honor supremo consist�a en servir al se�or feudal hasta la muerte. Si estas obligaciones eran conflictivas, el samurai estaba atado a la fidelidad a su se�or, a despecho del sufrimiento que �l pudiese causar a sus padres. La racionalizaci�n final de la filosof�a Bushido ocurri� durante el periodo Tokugawa (siglo XVII), cuando Yamaga Soko (1622-85) igualo al samurai con el "hombre superior", de Confucio, ense�ando que su funci�n esencial era ejemplificar la virtud a las clases mas bajas. Sin descuidar la virtud confuciana b�sica, la benevolencia, Soko enfatiz� la segunda virtud, la rectitud, la cual interpret� como "obligaci�n" o "deber". Este estricto c�digo del honor, como un asunto de vida y muerte, demandada una elecci�n consciente y por tanto fomentaba la iniciativa individual al tiempo que reafirmaba las obligaciones de lealtad y amor filial. Se subrayaba la obediencia a la autoridad, pero el deber estaba primero, a�n si este requer�a la violaci�n de la ley. En tal caso, el verdadero samurai deb�a probar su honestidad y expiar su crimen contra el gobierno suicid�ndose. Hacia mediados del siglo XIX, el Bushido se convirti� en una idea general, y la abolici�n legal de la clase samurai en 1871 lo hizo a�n m�s una propiedad de toda la naci�n. En el sistema de educaci�n publica, con el emperador reemplazando el se�or feudal como objeto de lealtad y sacrificio, el bushido se transform� en el fundamento �tico del entrenamiento. Como tal, contribuy� tanto al surgimiento del nacionalismo japon�s, fortalecimiento de la moral civil en tiempos de guerra hasta 1945.
Con la apertura de Jap�n al comercio occidental en 1853, forzada por el poder�o naval estadounidense y el final consecuente del feudalismo, los Samur�is, o clase guerrera, que eran casi 2 millones dentro de una poblaci�n aproximada de 30 millones, se convirtieron en un anacronismo y a pesar de sostener varias rebeliones, fueron erradicados. No obstante su desaparici�n como clase social, toda la literatura, el arte y la cultura japoneses estaban influenciados profundamente por las tradiciones de los Samur�is, y su esp�ritu a�n sobrevive y se manifiesta en diversidad de formas. Una de ellas, mas no la menor, es en las artes marciales, incluyendo al Aikido; asimismo lo encontramos en la psicolog�a que motiv� a los Kamikaze, o pilotos suicidas de la Segunda Guerra Mundial, la supervivencia en la selva y la prolongada resistencia de 29 a�os despu�s de la guerra de los soldados japoneses ultranacionalistas (como el teniente Onoda en las Filipinas), y en las pol�ticas econ�micas postb�licas de Jap�n. Muchos japoneses todav�a a�oran el periodo feudal como una �poca heroica y rom�ntica en la que el Samurai representaba la figura heroica.
El periodo feudal japon�s dur� de fines del siglo XII a mediados del XIX y es comparable en muchos aspectos al periodo feudal europeo. Ambos mantuvieron r�gidas estructuras jer�rquicas de clase y un estricto c�digo �tico para la clase guerrera. Este c�digo fue conocido en Jap�n como Bushido, que traducido literalmente significa "Modos Militares del Caballero", o c�digo de conducta apropiado para un caballero guerrero. En el v�rtice de la pir�mide social estaba el Emperador o "Hijo del Cielo", quien fue adorado hasta 1945 como un dios viviente; pero no tuvo ninguna intervenci�n pr�ctica en los asuntos de Estado durante la mayor parte del periodo feudal. Su funci�n principal resid�a en promover la cultura y el arte recatado de la vida cortesana, la arquitectura, la jardiner�a ornamental, la poes�a y las muchachas geishas, para todos los cuales se aplicaban reglas estrictas. El poder pol�tico en manos del Shogun o "General" quien personificaba al Dios de la tormenta o padre espiritual de los Samur�is. Sus poderes eran una combinaci�n de los de un primer ministro y los de un caudillo militar contempor�neo. Abajo de los Shogun estaban los daimyo o nobles de la corte, cada qui�n con un s�quito de asistentes o guardias (Bushi o Samurai) equivalente a un peque�o ejercito privado. Las dem�s clases en orden descendiente de importancia, mas no necesariamente de riqueza, eran los aldeanos, los artesanos, y los comerciantes - relativamente acaudalados eran inferiores en un sentido social a los campesinos y los artesanos, al igual que lo eran los Samur�is. Los Samur�is estaban excluidos del comercio y recib�an su paga del Shogun o del daimyo en forma de arroz, que en a�os posteriores vend�an generalmente a los mercaderes cuando apareci� el dinero como un medio de cambio. Muchos que viv�an en un estado de pobreza empedernida, y consideraban de mal gusto hablar de dinero o preocuparse demasiado de �l. A pesar de esto se convirtieron en el ideal de la naci�n y en uno de los principales temas de arte y la literatura. Si no es que el principal.

Bushido: El C�digo SamuraiLos criterios respecto al Samurai var�an considerablemente. Para algunos eran feroces peleadores profesionales y asesinos despiadados. En cambio los rom�nticos los ven como idealistas comparables a los caballeros de las leyendas del rey Arturo. Sin duda la verdad est� situada entre los extremos. Ten�an muchos privilegios, no trabajaban y estaban exentos de impuestos. Tambi�n ten�an el derecho legal de matar al instante a cualquier plebeyo irrespetuoso. Se requer�a l�gicamente de alg�n c�digo para evitar el abuso absoluto de esos poderes. Dicho c�digo, el Bushido, aunque nunca fue redactado emergi� en el siglo XII.
Bushido significa el c�digo de conducta adecuado para el caballero combatiente. Tiene un notable parecido al de los caballeros feudales europeos, cuyo periodo hist�rico tambi�n es muy semejante. Para vivir de acuerdo con este c�digo, un Samurai deber�a ser valeroso, honorable, motivado por un deseo de actuar con rectitud y justicia, deber�a ser misericordioso, veraz, cort�s, leal, poseedor de un gran dominio de s� mismo y capaz del autosacrificio.
En verdad era un c�digo estricto, que sin duda m�s de unos cuantos dejaban de cumplir. Sin embargo, seg�n la experiencia del escritor, es notable observar cu�ntas de estas caracter�sticas todav�a son exhibidas por muchos de los Aikidokas m�s grandes del mundo, en particular quienes tienen antecedentes de entrenamiento en Jap�n. Esto sucede presumiblemente porque fueron entrenados en un medio empapado en las tradiciones subyacentes. Una proporci�n mucho mayor de Aikidokas occidentales son entrenados en una atm�sfera que pone �nfasis s�lo en lo f�sico o incluso en lo comercial. Tal vez esto sea inevitable, ya que es imposible virtualmente transplantar todo un rasgo cultural. Esto ocurre especialmente cuando la instrucci�n no est� en manos de un japon�s o de alguien entrenado en Jap�n; o tambi�n si existe un problema de lenguaje.
El �nfasis del Bushido en la virtud militar de la bravura es inevitable y no requiere mayor discusi�n. No obstante est� ligado de modo estrecho con la virtud del honor, que a�n es una poderosa fuerza motivadora en el moderno Jap�n. Con el reciente y fenomenal desarrollo econ�mico del Jap�n, los occidentales pueden creer que la motivaci�n principal de ese pa�s es el dinero. Esto no suced�a en el Jap�n feudal y si hoy sucede es por un motivo yuxtapuesto al del honor. La apertura forzada de ese pa�s al comercio occidental en 1853, signific� una gran humillaci�n para los japoneses, y con objeto de recuperar su prestigio (honor) necesitar�n vencer a occidente en su propio juego. De all� la revoluci�n social, la abolici�n del shogunato y de los Samurai que no hab�an podido rechazar a los b�rbaros y la importancia que le dan al poder econ�mico e industrial lo mismo que al militar. Fue simplemente el esp�ritu Bushido adaptado a circunstancias modernas. El honor y el respeto propio fueron los motivos primarios, y la riqueza se consideraba en un lugar muy secundario; aunque sin duda, ahora se ha transformado en un s�mbolo del �xito y por lo tanto en una prueba de la recuperaci�n del prestigio. Entre los Aikidokas m�s grandes del mundo, el honor y la fama siguen siendo la mayor fuerza impulsora, pero como es tan grande la demanda de instructores de Aikido, se suscitan inevitablemente fuertes intereses financieros. Como el c�digo feudal occidental de caballer�a est� muerto y enterrado hace mucho tiempo, tal vez sea il�gico pensar que los japoneses sigan adhiri�ndose a sus principios de Bushido por m�s de un siglo desde el derrumbamiento de su "raison d' etre" esencial. En tal caso, es una gran l�stima. Es de esperarse que estos Samur�is de nuestros d�as sigan coincidiendo con sus antepasados Samur�is, para muchos de los cuales la p�rdida de honor conduc�a al Seppuku (Hara-kiri), ritual que se�ala: "Cuando se pierde el honor, es un alivio morir; la muerte no es sino un retiro seguro de la infamia".
Tenemos la esperanza al igual que el profesor Nitobe, de que "el Bushido puede desaparecer como un c�digo independiente de �tica; pero no as� su poder sobre la tierra; sus escuelas de proezas marciales u honor c�vico pueden ser derruidas; mas su lucha y su gloria sobrevivir�n por mucho tiempo a sus ruinas".
"Quienes se aferran a la vida, mueren; quienes desaf�an a la muerte, sobreviven"
Uyesugi Kenshin
Los Siete PrincipiosBushido, la v�a del samurai , tuvo su origen a partir de la fusi�n del budismo y el shintoismo. Esta v�a puede resumirse en siete principios esenciales: 1.- Gi : la correcta decisi�n, la que se realiza con ecuanimidad, la correcta actitud, la verdad. Cuando debemos morir, debemos morir. Rectitud. 2.- Yu: valent�a te�ida de hero�smo. 3.- Jin: amor universal, benevolencia hacia la humanidad; compasi�n. 4.- Rei: la correcta acci�n - una caracter�stica casi esencial, cortes�a. 5.- Makoto: sinceridad completa y absoluta; apego a la verdad. 6.- Melyo: honor y gloria. 7.- Chugo: devoci�n y lealtad. Estos son los siete principios subyacentes del esp�ritu Bushido, Bu: artes marciales; shi: guerrero; do: la v�a. La v�a del samurai es un imperativo y un absoluto fundamental para ella es la pr�ctica corporal a trav�s del subconsciente, por ello la enorme importancia que se le da a la correcta acci�n o al correcto comportamiento. El Bushido influenci� al Budismo y viceversa; los elementos del Budismo que encontramos en el Bushido son cinco:
Pacificaci�n de las emociones
Aceptaci�n tranquila de lo inevitable
Autocontrol ante los eventos
Una exploraci�n m�s �ntima de la muerte que de la vida
Pobreza pura
Anterior a la Segunda Guerra Mundial, el maestro Zen, Kodo Sawaki, habitualmente instru�a a los m�s grandes maestros en las artes marciales, las m�s altas autoridades del Budo. En los idiomas occidentales artes "marciales" se confunden con "artes de guerra", pero en Jap�n s�lo hay: la v�a. En Occidente las "artes marciales" son una moda, se han transformado en un deporte urbano, una t�cnica, y no tiene nada del esp�ritu de la v�a.
En sus charlas, Kodo Sawaki dec�a que el Zen y las artes marciales ten�an el mismo sabor y eran la misma cosa. Y en ambos, el entrenamiento tiene un valor muy alto.
� Cu�nto tiempo necesitas entrenar ? Mucha gente me ha preguntado, � Cu�ntos a�os debo practicar zazen?, y yo les respondo, "hasta que mueras". No quedan muy felices con esa respuesta. En occidente la gente quiere aprender r�pido; alguna personas piensan que una vez es suficiente: "Fui una vez y comprend�", dicen.
Pero el dojo no es como una universidad.
Tambi�n en el Budo debes practicar hasta que mueras.
Taisen Deshimaru

5.4.05

II GALA DE ARTES MARCIALES

II GALA DE ARTES MARCIALES "COLEGIO SAN AGUSTÍN"
Por segunda vez se celebrará este evento en el polideportivo de este colegio de Valladolid. Será el próximo día 7 de mayo (sábado).Habrá exhibiciones de Judo, Karate, Ninjutsu, Iaido, Kung Fu, Capoeira, Kali Escrima* y Aikido.
La entrada será gratuita y estáis todos invitados.
Más información en Aikido_Valladolid y en la web del colegio San Agustín de Valladolid